Diferentes formas de ver las cosas

Han pasado ya 2 años, 7 meses. 31 en total. Y te levantas y le ves. Y te preguntas en que puede estar metida esa cabecita que duerme a tu lado, en que puede estar soñando en ese mismo instante. En ese momento, la ternura, el cariño, el amor y el deseo que sientes por él, se elevan hasta un punto inalcanzable.
Quizá, para otra persona, ese instante no signifique nada, pero para ti significa todo un mundo. El mundo en que tú y él os perdéis cuando os veis. No es rosa, ni negro. Es un mundo diferente, donde hay diferentes formas de ver las cosas. Y esas diferencias os unen. Cada vez más. Sin distanciaros por muy distintas que puedan ser.
Quizá, y sólo quizá, en eso resida el amor. En querer a esa persona hasta un punto en que te duela, en que esa persona esté ahí siempre de la misma forma que tú también lo estarás, que uno respalde al otro de la misma forma que el otro respalda al uno, que las diferencias que existen no sean tan importantes, en que cada día le quieras más, y que esas estúpidas diferencias que un día te hacen discutir por tonterías, te unan más. Si quizá sí...
Quizá, por ese motivo, cada día, mes, año, que ha pasado le he amado más. No creo en medias naranjas, nunca lo he hecho. Pero si que creo en que siempre hay alguien para uno, que no será completamente igual, que sería como media naranja y medio limón, tan diferentes el uno del otro, que se complementen a la perfección. Por eso, creo, que mi medio limón es él. El que me hace enrabiar, temblar, sonreír, reír, caminar, hacer frente a todo lo que se nos venga encima, es mi medio limón.
Ha pasado el tiempo, hemos crecido, pasado de una etapa a otra juntos. Nos hemos hecho fuertes juntos. Que 31 meses a su lado, no es ni un atisbo de lo que vamos a estar. Porque para mi, él es mi futuro y mi presente, y mi pequeño pasado. Y doy gracias por haberlo encontrado.

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